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Obedecí. Y apareció un caballo blanco. El jinete, que tenía un arco, recibió una corona y salió triunfante a obtener más victorias.

Cuando el Cordero rompió el segundo sello, el segundo ser viviente gritó: «¡Ven!».

Esta vez apareció un caballo rojo. El jinete recibió una gran espada y autorización para acabar con la paz en la tierra y hacer que por todas partes hubiera guerras y muertes.

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